Beijing, 20 jul (Prensa Latina) China informó hoy que enviará a 34 funcionarios del sector deportivo a las Olimpiadas y Paralimpiadas de Tokio para incorporarse en distintas funciones y así recaudar experiencias camino a la cita de invierno Beijing 2022.
De acuerdo con el Comité Organizador de los juegos Beijing 2022, sus representantes participarán en un programa de observadores que dará acceso a las operaciones diarias del certamen, contemplará visitas a las distintas sedes y el desarrollo de seminarios con contrapartes de Japón.
El proyecto también involucrará a delegados de las ediciones París 2024, Milán Cortina 2026 y Los Ángeles 2028.
Además de perseguir una buena actuación de sus 431 atletas, China estará atenta a cómo evolucionará la magna competencia y la tomará de referencia camino a las 24 Olimpiadas y Paralimpiadas de Invierno, a celebrarse del 4 al 20 de febrero de 2022.
Según expertos, el gigante asiático buscará, principalmente, experiencias en la aplicación balanceada del control epidemiológico por la previsible persistencia de la pandemia de Covid-19, la interacción social y el desarrollo del calendario deportivo.
Beijing, su distrito periférico de Yanqing y la vecina ciudad de Zhangjiakou, todos en el norte, acogerán las competencias en 26 instalaciones que se levantaron bajo el concepto de «modernidad, innovación y sostenibilidad».
Según China retomó la normalidad en 2020, la capital aceleró los trabajos y cumplió una a una las etapas acordadas en el calendario.
Aparte de la infraestructura, el Comité Organizador reveló los 30 pictogramas de la cita y recibió las solicitudes de casi un millón de aspirantes nacionales y extranjeros a integrar la nómina de 27 mil voluntarios en los juegos.
El certamen genera expectativas bien altas y el presidente Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, mantiene una evaluación satisfactoria sobre los preparativos, el entrenamiento de atletas y el vínculo con estilos de vida más saludables en la población.
Pero potencias como Estados Unidos y Canadá promueven un boicot internacional contra los juegos, bajo el argumento de que China cometió un supuesto genocidio y estableció campos de reeducación en la región autónoma uigur de Xinjiang, con fuerte presencia de musulmanes.
El gigante asiático negó en reiteradas ocasiones esas acusaciones y auguró el fracaso de una campaña dirigida a politizar las competencias.